Las arcillas rojas, un producto fundamental para la industria cerámica de Castellón suministrado por empresas mineras locales.


La industria azulejera tiene gran importancia para Castellón y, en general, para la economía de la Comunidad Valenciana. Sus cifras así lo demuestran:



Una buena parte de la posición internacional alcanzada por este sector estriba en el hecho de poder disponer de forma fluida, en condiciones seguras y a precios razonables, de las arcillas para pasta roja suministradas por empresas mineras de ubicación próxima.


Desde Ascer se contempla con preocupación la difícil situación que atraviesa el sector minero de arcillas de Castellón y Valencia. Las trabas y dilaciones burocráticas, la dispersión de competencias y legislaciones y la mala imagen que errores del pasado han impreso sobre todo el sector al que se prejuzga y demoniza, dificultan que empresas que desarrollan su actividad dentro del cumplimiento de la legislación, ya sea de carácter ambiental como de otro tipo, vean cómo cada vez es más difícil realizar su fin: trabajar y extraer y suministrar arcillas, materia prima insustituible para la industria cerámica castellonense.


Fabricantes de productos cerámicos y suministradores locales de arcilla han mantenido a lo largo de muchos años una buena relación, de la que se han deducido importantes ventajas. Entre otras, las siguientes: la calidad de la arcilla roja suministrada; las características especiales de estas arcillas, que responden plenamente a las especificaciones exigidas por los fabricantes; la cercanía – situadas a menos de 90 kilómetros de las fábricas a las que suministran- que les dotan de indudables ventajas competitivas, con su natural reflejo en el precio del producto final, factor clave en la competitividad del producto español.


Los buenos resultados de esta relación entre fabricantes de cerámica y suministradores locales de arcilla roja, aconsejan un mantenimiento de la situación actual, porque entienden que cualquier posible cambio, en el sentido de orientar el suministro de arcilla roja desde otras procedencias, estaría abocado al fracaso. Entre otros motivos, por los que se indican a continuación.


En Castilla-La Mancha hay arcillas rojas, pero un posible suministro, a corto o medio plazo, tropezaría con diversos problemas. Por una parte, las minas tendrían que adaptar sus labores al tipo de arcillas con las especificaciones adecuadas para la producción azulejera de Castellón. Por otra, ante la nueva y más elevada demanda, sería imprescindible que esas minas aumentaran de forma repentina su área de influencia y el ritmo de trabajo. Aun dando por superados estos condicionantes previos, la nueva situación supondría un encarecimiento mínimo del orden de un 3% en el coste del producto.


Pero otro problema de consideración aparecería desde el punto de vista del medio ambiente, como consecuencia del enorme aumento del tráfico de camiones que tendrían que trasladar cerca de ocho millones de toneladas de arcillas entre los lugares de extracción y las fábricas. Se estima que con este incremento de transporte, las emisiones de CO2 se multiplicarían por 7, lo que causaría un evidente perjuicio ambiental, además de molestias, alejando al sector de su objetivo de lograr un desarrollo sostenible, y contribuyendo por ende a dificultar que España pueda cumplir el Protocolo de Kyoto.


Otra alternativa que, teóricamente, se podría contemplar, sería acudir a las importaciones. En este caso, el primer obstáculo tendría un carácter técnico: necesariamente habría que llevar a cabo, con carácter previo, labores de exploración e investigación geominera para localizar posibles yacimientos de arcillas que ofrecieran unas características técnicas idénticas a las obtenidas por las empresas de Castellón. Y, en el supuesto de conseguir encontrarlas, iniciar y desarrollar los trabajos de explotación. El segundo obstáculo, no menos importante, sería de carácter económico: en el mejor de los casos, suponiendo que las importaciones se efectuasen desde Marruecos, como potencial proveedor más cercano, el coste de transporte provocaría un aumento del 6,5% en el precio de venta. El tercero, de carácter logístico, la ampliación de las instalaciones del Puerto de Castellón y de las carreteras locales para recibir y distribuir los 8 millones de toneladas de arcillas que precisa la industria azulejera de Castellón.


La importación de arcillas para pasta blanca tampoco se considera una solución viable, sino que entrañaría más problemas: significaría la pérdida de nuestra ventaja competitiva y un cambio drástico que la experiencia demuestra que es imposible de asimilar a corto plazo. Se tropezaría con serias dificultades para localizar nuevas fuentes de suministro, también habría dificultad para organizar el transporte marítimo, además de los problemas logísticos y medioambientales señalados para la importación de arcillas de pasta roja. En definitiva, supondría un cambio de procesos, pero también, un cambio del mercado, que está basado en la oferta de productos de pasta roja. En términos económicos, el nuevo suministro entrañaría un aumento en un 20% de los costes. Esto situaría a los azulejos y pavimentos que obtiene nuestra industria de Castellón en un nivel de mercado en el que está muy fuertemente posicionado el producto italiano, entrando en una ruinosa guerra de precios.


Este encarecimiento de costes se produciría en unos momentos en que la industria azulejera de Castellón está haciendo frente a los muy fuertes incrementos del precio de la energía, en concreto del gas natural. Dos aumentos de costes seguidos –gas natural y nuevos proveedores de arcilla- ocasionarían graves problemas y de muy difícil solución a la industria cerámica. Los nuevos y más caros precios pueden provocar una caída de las ventas y ante esta nueva situación puede suceder que las empresas se replanteen sus programas de inversión que vienen llevando a cabo desde hace años para la modernización constante de sus instalaciones y en sus departamentos de I+D; inversiones que han hecho posible que la industria cerámica de Castellón sea puntera y competitiva en el mundo entero. Por supuesto, algunas empresas sencillamente no podrían resistir el aumento de costes y desaparecerían.


Además, por lógica, la nueva situación, derivada de un cambio en el suministro de arcillas rojas, afectaría negativamente a las plantillas de las empresas, no sólo a los 25.000 empleos de la industria azulejera, sino también a otros 10.000 de actividades afines. Ante esta nueva coyuntura, estaría en peligro, en definitiva, una de las industrias más innovadoras no ya de de la provincia de Castellón, sino de España.


Así, y puesto que la desaparición de la industria minera no afectaría solamente a sus 2000 empleos directos, entre empresas mineras y transportistas de arcillas y otros minerales para la industria cerámica, sino que tendría graves repercusiones en el sector cerámico, desde ASCER se pide que se abra un debate sobre la necesidad o no de la industria minera de Castellón y Valencia, de las cuales depende absolutamente el sector cerámico español.


Es importante recordar la tremenda importancia que la minería tiene en nuestra calidad de vida, y ser conscientes de que la minería, hoy por hoy, es insustituible; de hecho, pocas cosas hay entre las que nos rodean que no tengan componentes que provienen de la minería. Pero que sea insustituible no obsta para que se exija a esta industria la máxima responsabilidad ambiental, permitiendo trabajar sin obstáculos a las empresas mineras que presentan proyectos y actuaciones respetuosos con el medio ambiente, y prohibiendo la actividad de las que no garanticen un comportamiento que permita un desarrollo sostenible; en resumen, deben contribuir a hacer compatibles nuestro nivel de vida, al que la industria azulejera hace un sustancial aporte, con la sensibilidad y respeto activo del medio ambiente que nos rodea.


 
 
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