El cierre de la central nuclear de Zorita (Guadalajara) es un acontecimiento muy importante para el ecologismo español y para el panorama energético. Este cierre se produce el 30 de abril de 2006, en un momento en que el debate nuclear se ha reactivado, no sólo en España, sino en toda la Unión Europea. El debate se reabre porque los impulsores de la industria nuclear la proponen como alternativa al cambio climático, y se trata de una reapertura interesada porque la energía nuclear no puede figurar en la cesta energética de la humanidad en el futuro. Para ello tendría que solucionar los graves desafíos de la gestión de los residuos radiactivos, la seguridad, las altas inversiones necesarias y la escasez del combustible.
Zorita es la primera central española que cierra por la presión social, sin necesidad de que medie un accidente, tal como ocurrió en Vandellós I (Tarragona) en 1989. En 2002, cuando se evaluaron los resultados del Plan de Mejoras y se estudió la continuidad de esta central, se decidió por unanimidad en la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados fijar la fecha de cierre antes citada, que significará que Zorita ha estado funcionando durante unos 37 años, aunque no de forma ininterrumpida porque esta central ha sufrido serios problemas que la mantuvieron cerrada durante largos periodos de tiempo. El más largo fue el dedicado al cambio de la tapa, que supuso casi un año de parada en 2004.
El cierre de Zorita se ha forzado por una opinión pública muy contraria al funcionamiento de la central. Desde 1993 Aedenat (ahora Ecologistas en Acción) ha venido realizando una intensa campaña en el entorno de la central y en Guadalajara. Fue a fines de 1993 cuando se descubre un poro en una de las penetraciones, que luego dio lugar a luego al hallazgo de más de 200 fisuras en la tapa de la vasija. Fueron los ecologistas quienes difundieron la información de lo que estaba aconteciendo. Fue éste el principio de una larga campaña informativa y de movilizaciones que ha concitado las alianzas de los agentes políticos y sociales en varias plataformas antinucleares y por el cierre de Zorita. La última de ellas dio en llamarse Campaña “Zorita ni un año más”, que fue la que finalmente consiguió que se fijara una fecha de cierre.