La Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, a través de la Agencia Andaluza de la Energía, distribuirá en la Comunidad Autónoma, 47.000 lámparas de calificación energética “A”, con una vida media de 12.000 horas frente a las 1.000 de la incandescente. Es decir, con una duración 12 veces mayor que las bombillas que por lo general, se colocan en los hogares.
Esta medida se enmarca dentro del convenio de colaboración suscrito entre la Agencia y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) para la ejecución del Plan de Acción de la estrategia de ahorro y eficiencia energética (E4), con la que se pretende concienciar a los ciudadanos de la necesidad de disminuir el consumo energético y conseguir la sustitución progresiva de las bombillas convencionales. El gasto en iluminación supone un 20% del consumo de electricidad de las familias y un 4% del total de la energía que se demanda en España. En Andalucía, la colocación de estas lámparas se traducirá en un ahorro en el gasto eléctrico para la economía familiar de 5,41 millones de euros y más de 45 Gigawatios hora (Gwh), es decir, 45 millones de kilovatios por hora.
Sesiones formativas
Para distribuir las 47.000 lámparas de bajo consumo, la Agencia Andaluza de la Energía, acudirá a Institutos de Enseñanza Secundaria públicos y privados, centros de adultos, asociaciones de consumidores y agrupaciones vecinales donde se ofrecerán sesiones formativas y educativas sobre eficiencia y ahorro de energía y donde se entregará un cuadernillo explicando la situación actual del sistema energético. Los asistentes recibirán bombillas de forma gratuita para que puedan aplicar en su entorno estas medidas de ahorro.
Un sector al que se dirigen muy especialmente estas sesiones educativas es el de los jóvenes, quienes pueden transmitir de forma más directa el objetivo de la misma. Para ello se realizarán 166 sesiones en centros de enseñanza para alumnos de 4º de ESO. Cinco técnicos especializados en formación, dinamización y promoción les explicarán de una forma sencilla las diferencias que hay entre una bombilla común y otra de calificación energética «A», creando un ambiente participativo en las clases que permita a los jóvenes debatir sobre la necesidad de ahorrar energía y modificar las costumbres para evitar su derroche.