La Comunidad de Madrid ha iniciado la plantación de 1.000 castaños y 600 fresnos en el término municipal de Rozas de Puerto Real. Los trabajos pretenden crear un monte adehesado de castaño y fresno que sea compatible con la ganadería, actividad tradicional de la zona.
Para ello, en torno a los árboles plantados se están colocando jaulas de protección que aseguran el crecimiento de los ejemplares. Con esta actuación, iniciada en la Dehesa Boyal de Rozas de Puerto Real, se pone en marcha el proyecto de repoblación de 38.000 árboles y arbustos en 139 hectáreas de monte público ubicadas en el citado municipio y en San Lorenzo de El Escorial.
Este proyecto incluye, además, la reintroducción de otras ocho especies de árboles autóctonos: 6.400 encinas, 10.000 pinos laricios, 9.150 pinos silvestres, 5.400 rebollos, 4.800 chopos, 134 madroños, 140 espinos y 134 avellanos. Una vez que se hayan plantado todos los ejemplares, se realizarán labores de riego y limpieza de herbáceas como parte del mantenimiento posterior de las plantas.
El consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Mariano Zabía, tras colaborar en la plantación de los primeros castaños, afirmó que “este proyecto representa un ejemplo más de la apuesta que la Comunidad de Madrid está haciendo por poner en marcha políticas de alta calidad ambiental, que incide a medio y largo plazo en el bienestar de los ciudadanos y en la sostenibilidad de nuestra región”.
Apuesta por la reforestación
La plantación de estos 38.000 ejemplares forma parte del Plan de Repoblaciones 2006-2010 que, con un presupuesto de 70 millones de euros, pretende reforestar con 15 millones de árboles 15.000 hectáreas de monte público repartidas por toda la región. Con este plan se quiere conseguir, entre otras cosas, que una de cada tres hectáreas de la región sea arbolada. Este Plan de Repoblaciones se enmarca dentro del Plan Forestal de la Comunidad de Madrid (2000-2019), que, además de incrementar la superficie arbolada en la región, pretende restaurar áreas degradadas; controlar los procesos erosivos por falta de masa forestal; restaurar riberas y zonas de humedales; mejorar la diversidad de especies arbóreas autóctonas; investigar con recursos genéticos de especies autóctonas y concienciar a la población de las ventajas de disponer de amplias extensiones de zonas arboladas que, además, actúan como sumideros de carbono.