El Plan Vasco de lucha contra el Cambio Climático fija como objetivo para 2012 reducir las emisiones de CO2 de la CAPVpor debajo de Kioto, un +14% respecto a 1990. Ése es el objetivo que fija el Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático en el que trabaja el Ejecutivo vasco, según ha anunciado esta mañana Esther Larrañaga en la inauguración de la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático organizada por su Departamento en Bilbao.
El lehendakari Ibarretxe ha sido el encargado de inaugurar la Conferencia, primera de estas características en el Estado y que ha reunido en el Palacio Euskalduna a alrededor de 500 expertos mundiales de primera línea, entre ellos el Doctor Mario Molina, Nóbel de Química en 1995 por su descubrimiento del agujero en la capa de ozono, que impartió en la apertura del evento una lección magistral sobre “El efecto de las actividades humanas en el Calentamiento Global”.
En su discurso de apertura, Larrañaga reafirmó el firme compromiso de Euskadi en la batalla contra la alteración climática. Un compromiso que, según recordó, ha cristalizado en la puesta en marcha de la Oficina Vasca de Cambio Climático que trabaja ya en el Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático, donde se fija ese objetivo del 14%.
Un objetivo que, en palabras de la consejera, supone sólo “un primer paso”, pero significativo en la medida en que “fija nuestro primer objetivo cuantitativo de limitación de emisiones por debajo de lo pactado en el seno de la Unión Europea para el conjunto del Estado en relación al Protocolo de Kioto, aunque como nación sin Estado, no tengamos fijado ningún listón de reducción que estemos obligados a cumplir”, afirmó Larrañaga .
Según adelantó, el propósito del Plan Vasco de lucha contra el Cambio Climático es mitigar nuestras emisiones de manera efectiva y establecer líneas de adaptación al cambio climático. Para ello, se inspirará en los principios de responsabilidad compartida y solidaridad, la integración de políticas, la colaboración interinstitucional, la innovación tecnológica y la implicación de la ciudadanía. Todo ello, con el horizonte de un modelo económico sustentado en el conocimiento y la innovación, en el que la protección del Medio Ambiente sea el factor clave de competitividad, y de un modelo social basado en la justicia, en la igualdad y en la solidaridad inter e intrageneracional.
Otra idea clave del Plan Vasco de Lucha Contra el Cambio Climático será el rol protagonista que otorga a las entidades locales en la política de cambio climático, a corto plazo a través del Ekitalde Municipio y Clima, en el seno de la Red de Municipios Vascos por la Sostenibilidad, Udalsarea.
Tiempo de actuar
Larrañaga afirmó que no es tiempo ya de discutir sobre la existencia del cambio climático, sino de actuar contra él, porque se trata de una realidad no sólo científica y económica, sino también cada vez más nítidamente política y social. A juicio de la consejera, debemos ser conscientes de que nos enfrentamos a un grave problema, pero no a un negro destino inexorable, puesto que hay soluciones, aunque eso requiere dejar atrás definitivamente el tiempo de las palabras y pasar ya a la acción.
En su opinión, actuar es no sólo lo más sensato, sino también lo más rentable ambiental, social y económicamente. En este sentido, lanzó una reflexión dirigida explícitamente a quienes aún se muestran escépticos ante el fenómeno del cambio climático y el papel del ser humano en éste: “Si quienes niegan el alcance del cambio climático se equivocan, habremos cometido un error de dimensiones incalculables e incluso irreparable; sin embargo, aun admitiendo a efectos dialécticos que la aplastante mayoría del mundo de la ciencia y la economía podrían no tener razón, las medidas que proponemos tomar contra el cambio climático, en cualquier caso, repercutirían en una mejora de la salud del planeta y de sus habitantes. Por tanto, ¿qué perdemos?”, argumentó.
La consejera hizo hincapié en que el grado de avance tecnológico actual permite la reducción de emisiones en numerosos ámbitos, como por ejemplo en el campo de la producción de electricidad o en el transporte. Sin embargo, advirtió que eso exige, por una parte, un marco político ambicioso y estable que permita la transición a economías no intensivas en emisiones de carbono; y, por otra, un cambio cultural que se traduzca en comportamientos y hábitos mucho más racionales y sostenibles por parte de todos y cada uno de los individuos que integran las sociedades avanzadas.