El calentamiento en los procesos industriales es responsable del 17% de la factura energética del sector secundario y supone entre el 2% y el 15% del coste final de fabricación de un producto. A pesar de los grandes avances de la industria en eficiencia energética, los expertos del Centro de Difusión de la Innovación (CDI) de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid afirman que la eficiencia térmica de los procesos industriales es aún insuficiente, ya que, en función de las tecnologías aplicadas en cada empresa, varía en un rango del 15% al 80%. No obstante, la eficiencia térmica en la industria mejora sustancialmente en los procesos de generación de vapor, en los que la horquilla oscila entre el 65% y el 80%.
Con el propósito de analizar, mediante casos concretos, las principales mejoras a realizar en los procesos térmicos de la industria madrileña, la viabilidad de utilizar la cogeneración para la optimización de dichos procesos y las ayudas que tienen a su alcance para acometerlas, un centenar de empresas han asistido al Curso de Eficiencia Energética que ha organizado el CDI de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid. Este curso, que se inició el lunes y concluye hoy, ha sido cofinanciado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo.
En este curso también se ha incidido sobre la optimización de la tarifa eléctrica para mejorar la eficiencia energética, además de tener en cuenta los importantes ahorros de energía que se pueden obtener mediante una correcta iluminación y climatización.
Evitar pérdidas en el aporte calorífico
Los equipos térmicos en los procesos industriales normalmente operan en un rango de temperatura de entre 1490 C a 1.6500 C. Por ello, los expertos del CDI señalan que este tipo de procesos representan entre el 2% y el 15% del coste total de fabricación de un producto, así como que caben numerosas actuaciones de mejora en este campo.
Hay nueve operaciones generales en los procesos industriales que requieren de aporte calorífico: calentamiento de fluidos, tratamiento térmico, calcinación, secado, calentamiento de metales, fusión de metal y no metal, fundición o aglomeración, curación y termoformado.
En los procesos industriales, el calor se suministra normalmente por cuatro métodos: mediante una llama, vapor, electricidad o bien mediante agua, aire o aceite caliente. El calor se transmite directamente desde la fuente de calor o indirectamente a través de las paredes del horno u otros medios, tales como ventiladores de recirculación o toberas de alimentación.
Estas operaciones se realizan en un cerramiento con material refractario y revestimiento aislante. Las paredes, puertas y otras aberturas van selladas. Los expertos del CDI han puesto de relieve que, dependiendo del diseño de este cerramiento y de las operaciones operaciones, se pierde entre el 10% y el 25% del calor total suministrado. Los gases de los equipos de calentamiento por llama pueden retener buena parte del aporte de calor, que oscila entre el 20% y el 70% del total. Muchos hornos, particularmente los usados para operaciones de alta temperatura incluyen algún tipo de dispositivo para reciclar parte de este calor.
Además, el enfriamiento de ciertas partes del horno que produce el agua o los sistemas de soporte de carga pueden originar unas pérdidas de entre el 5% y el 20% del aporte calorífico. Mediante sensores diseñados para prevenir estas pérdidas y sistemas de control, sistemas específicos para gestionar los materiales, atmósferas de procesos y otros sistemas auxiliares se puede obtener un ahorro de energía de entre el 5% y el 30%.
Optimizar la tarifa eléctrica
Por otra parte, los expertos del CDI apuntan la necesidad de que las pymes aborden auditorías energéticas para optimizar su tarifa eléctrica, especialmente para las que tengan contratadas potencias de entre 15 y 50 kilovatios, ya que si no se suscriben al mercado regulado por el Estado antes del próximo mes de julio, la adaptación a la normativa europea las obligaría a adquirir la energía en mercado libre como única opción a partir de entonces. En esta disyuntiva están 600.000 pymes en España.
La tarifa unificada para consumidores de menos de 50 kilovatios cuenta con 56 años de vida y puede llegar a su fin este año para hacer que España se adecue por completo a la norma comunitaria en materia de energía, trasladada a la legislación española a mediados de 2007, y que ha tenido como consecuencia el fin de la tarifa regulada para la gran industria, entre otras medidas en materia energética. Según la nueva normativa, en julio de 2009, las tarifas de baja tensión para potencias superiores a 15 kilovatios reflejan dos conceptos, uno fijo y otro variable:
La posibilidad de suscribirse al mercado regulado sigue vigente para las pequeñas y medianas empresas, aunque está previsto que a partir de julio aquéllas que contraten potencias de entre 15 y 50 kilovatios adquirieran la energía en el mercado libre como única opción.
Una pequeña y mediana empresa tiene dos opciones para contratar el suministro de energía, bien a través del mercado liberalizado, abonando las tarifas de acceso a las redes y el precio del kilovatio que establezca la oferta y la demanda, o bien por medio de la tarifa regulada por el Gobierno que establece un precio máximo mensual. En el primer caso la empresa podrá pagar a la distribuidora el peaje de acceso a las redes y a la empresa comercializadora el suministro, o bien por ambos servicios a esta última, en función de la conveniencia y las ofertas de cada una. La potencia máxima contratada no debe exceder los 50 kilovatios; de esta manera, las distribuidoras cobrarán un precio regulado y publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) establecido y revisado periódicamente por orden ministerial.
Los expertos del CDI de la Cámara de Comercio de Madrid recomiendan realizar una auditoría energética a las pymes con potencias contratadas inferiores a los 50 kilovatios para decidir la tarifa eléctrica idónea en su caso. En este curso se ha puesto de relieve que, según datos de la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía (AEGE), la desaparición de la tarifa regulada para la gran industria ha supuesto un encarecimiento de la electricidad de un 50% para el sector.