La Organización Europea de Césped Artificial (ESTO) que representa el 90% del mercado europeo de césped sintético, anuncia el éxito obtenido por sus miembros al superar en julio los objetivos anuales de superficie instalada de 25 millones de m2, lo que supone más de 2,500 hectáreas.
La industria europea de césped artificial ha experimentado un importante crecimiento desde sus modestos comienzos en los años 70. En la actualidad factura 1 billón de euros anuales y da empleo a 10.000 personas en el continente. En sus más de treinta años de existencia ha implantado más de 300 millones de m2, ó 30.000 hectáreas, de este material en Europa. El césped artificial se utiliza principalmente en instalaciones de ocio y deportivas. Europa en la actualidad supera la cifra de 15.000 campos de fútbol, de 1.000 campos de hockey, 200 pistas de rugby y 5.000 pistas de tenis que emplean este material.
En los últimos años la aplicación de césped sintético se ha hecho también extensible a otros ámbitos como son el diseño urbano o el de aeropuertos, dado el carácter sostenible de este material así como otras características técnicas propias. Una ventaja del producto es la seguridad; puesto que no reúne condiciones para albergar vida animal previene la presencia de pájaros, que en un aeropuerto pueden ser causa de accidentes aéreos.
Teniendo en cuenta que los factores que impulsan la utilización de césped artificial varían en función de las condiciones climatológicas de cada país, la experiencia demuestra que, cada vez más, la elección de este material se presenta como la mejor alternativa. En este sentido, en el sur de Europa prima la necesidad de ahorro de agua y, por ejemplo, España cuenta ya con 2.000 campos de fútbol de césped sintético. Lo mismo sucede en Francia o Italia que tienen 1.200 campos cada uno.
En cambio, en el caso del norte la prioridad es evitar las inundaciones y el fango por lo que nos encontramos con 2.500 campos de fútbol de césped sintético en Alemania, 1.700 en los Países Bajos y 600 en el Reino Unido, cifras también muy representativas.
Lo que sí es común a todos los países es la necesidad de rentabilizar la rotación de uso. Una instalación de césped sintético permite unas 1.500 horas de juego al año –cifra cinco veces superior al ofrecido por la hierba natural– con un coste de mantenimiento dos o tres veces menor, minimizando además el impacto ambiental y evitando la utilización de pesticidas y herbicidas.
Albert Prisse, Secretario General de ESTO, ha comentado "si la hierba natural pudiera satisfacer todas las demandas que le exigimos, no necesitaríamos el césped sintético. Hemos trabajado mucho durante años hasta obtener un producto de alto rendimiento capaz de cubrir las necesidades de nuestros clientes y que ya ha sido reconocido por instituciones tan notorias como la FIFA y la UEFA”. Además, en el contexto económico en el que Europa se encuentra ahora “el retorno a medio plazo de la inversión en césped artificial es uno de los principales motivos que están impulsando el despegue de esta industria en general", concluye Prisse.