Ricardo Rodríguez y Alba Martín forman parte del Grupo de Simulación Numérica en Ciencias e Ingeniería (GSNCI) de la UPM. Acaban de regresar de la Antártida, donde han seguido los estudios que realiza su Grupo de Investigación desde el año 1999.
La suya ha sido la décima campaña antártica que el GSNCI ha completado para estudiar sobre el terreno las medidas de las masas glaciares y sus alteraciones en función de los cambios climáticos. El investigador principal del grupo es Francisco Navarro, profesor de la ETSIT-UPM.
En esta ocasión, los investigadores que han permanecido tres semanas en la Base Antártica Española Juan Carlos I han sido Ricardo Rodríguez, profesor del Departamento de Tecnologías Especiales Aplicadas a la Telecomunicación, y Alba Martín, estudiante de doctorado del Departamento de Matemática Aplicada a las Tecnologías de la Información, ambos de la ETSI de Telecomunicación.
La campaña
“El 20 de Diciembre de 2009 partimos de Madrid, rumbo a Isla Livingston, en la Antártida, donde se encuentra la Base Antártica Española Juan Carlos I (68º S). Iniciábamos así una nueva campaña antártica, que hace la número diez desde que en la campaña 1999-2000 nuestro grupo diera comienzo a su actividad antártica. Hemos desarrollado tres semanas de trabajo en los glaciares Johnsons y Hurd, próximos a la base, realizando medidas de velocidad del hielo y balance de masas (balance neto entre la acumulación y ablación, es decir, entre las ganancias y pérdidas de masa del glaciar).
Comenzamos la campaña con una travesía en barco en uno de los buques de la Armada Española, Las Palmas, desde Ushuaia (la ciudad más austral del mundo) hasta Isla Livingston. Una travesía que tuvo que ser retrasada cinco días debido a las malas condiciones de la mar. Y es que, para alcanzar la Antártida, se ha de cruzar el “Paso del Drake”, que es una zona altamente tormentosa, un mar de 800 km donde confluyen las corrientes Atlántica y Pacífica y que genera olas de enormes dimensiones. Nosotros tuvimos suerte y a nuestro paso las olas se “limitaron” a 5-6 metros de altura. Tras tres monótonos días de vaivenes incesantes, alcanzamos por fin el Océano Glacial Antártico, y con él, la actividad brotó de nuevo, sin importar el frío ni la copiosa nevada que caía. Todos (científicos y tripulación) nos juntamos en la cubierta del barco desde donde empezábamos a divisar varias islas del archipiélago de las Shetland del Sur, al que pertenece Isla Livingston. Los primeros icebergs hacían su aparición, y una bandada de albatros seguía la estela del barco.
El día 1 de diciembre entramos finalmente en la bahía de Isla Livingston y pudimos pisar tierra. La temperatura no era muy baja, de unos 2 ó 3 grados bajo cero. Sin embargo, todo estaba nevadísimo, y ya en nuestro primer paseo hacia el módulo de habitabilidad de la Base pudimos ver a los primeros pingüinos que se encontraban campando a sus anchas por la playa. Al llegar a la Base nos encontramos con los técnicos de UTM (Unidad de Tecnología Marina del CSIC) que serían nuestros compañeros durante nuestra estancia allí. El viaje de regreso, de poco más de un par de horas en avión desde el aeródromo en la vecina Isla Rey Jorge hasta Punta Arenas, en la Patagonia chilena, lo realizamos tres semanas más tarde, aunque otra vez con tres días de retraso debido a las adversas condiciones meteorológicas”.
Resultados
“El objetivo final de estas investigaciones es predecir la respuesta de los glaciares a los cambios climáticos. Esto se consigue mediante simulaciones numéricas de la dinámica glaciar, a la que se suministran como datos de entrada los obtenidos en las campañas antárticas. Estas simulaciones, efectuadas para condiciones de contorno cambiantes que reflejen posibles escenarios climáticos, permiten estimar la respuesta de los glaciares a los cambios medioambientales. Los resultados publicados a día de hoy por nuestro grupo muestran que, aun estando muy próximos los glaciares sobre los cuales trabajamos, tienen comportamientos muy distintos, si bien es cierto que ambos glaciares se encuentran en retroceso. En los últimos 50 años el cambio en volumen de hielo ha sido -7,2 ± 4,2% para Johnsons, -13,3 ± 6,1% para Hurd, representando un total de -10 ± 4,5% el total de la pérdida de hielo durante el periodo mencionado. Estos cambios son consistentes con los registros meteorológicos obtenidos durante los años del estudio, que muestran una tendencia al aumento de +0.023±0.005ºC/año”.
Agradecimientos
“Sacar este trabajo adelante ha sido posible en parte gracias al enorme esfuerzo y excelente trabajo de los técnicos de la UTM del CSIC, que han hecho posible que la vida en Base Juan Carlos I sea fácil y agradable para nosotros, y en especial, gracias al equipo de montaña que ha trabajado mano a mano con nosotros en el glaciar, evitando que corriésemos ningún riesgo, algo que puede ocurrir con mucha facilidad debido a las condiciones adversas del medio en el que desarrollamos nuestro trabajo de campo. Hemos trabajado también en colaboración con los meteorólogos y técnicos de la Agencia Española de Meteorología (AEMET) desplazados en la base.”
Entre febrero y marzo del presente año, Javier Lapazarán, también profesor de la ETSIT-UPM, continuará los trabajos glaciológicos iniciados en esta campaña. La realización de medidas de acumulación/ablación tanto al principio como al final de la temporada de fusión estival (aproximadamente desde principios de diciembre hasta principios de marzo, en esta zona del hemisferio sur) son fundamentales para la estimación correcta del balance de masas de los glaciares.
Las investigaciones en la Antártida del GSNCI están subvencionadas por el proyecto DINGLAC, del Plan Nacional de I+D+i (véase sección proyectos de investigación de la web del grupo de investigación GSNCI).