La quinta edición del Informe Forética sobre la evolución de la RSE en España revela una consolidación del fenómeno a pesar de la crisis a la vez que pone de manifiesto una brecha más profunda entre las empresas más pequeñas y las medianas y grandes en lo que respecta a su actitud y también a su práctica de la Responsabilidad Social.
Uno de los principales valores de la edición 2011 del Informe Forética reside, según sus autores, en que “desde el punto de vista socioeconómico, ha coincidido con un contexto de cambio brusco en los mercados financieros, un momento de shock sin precedentes que ha puesto a prueba la madurez del fenómeno de la RSE en sus circunstancias más extremas”.
“El balance es francamente positivo dentro de estas circunstancias”, señaló por su parte el director del estudio Jaime Silos durante la presentación de sus principales conclusiones. Si bien ha habido organizaciones que han abandonado, total o parcialmente, sus prácticas de RSE, solo ha sido así en el caso de las que no la tenían integrada en su estrategia de negocio. “Estaríamos hablando de un fenómeno de autentificación de la RSE”, según destacó Juan Pedro Galiano, Presidente de Forética y codirector del Informe.
A juicio de los autores, tanto el mayor grado de escepticismo como los recortes en algunas actividades empresariales y en alguna práctica de consumo entran dentro de la normalidad y responden a una adaptación a la coyuntura. “Nunca antes había habido una falta de confianza ciudadana en el estado de la economía y en el sistema político tan acusada”, señala el Informe en base a datos del CIS. En este contexto, “sorprende positivamente el grado de madurez de la RSE en el discurso empresarial”, señaló Silos destacando que 6 de cada 10 empresas ya conocen la RSE.
La otra cara de la moneda es el aumento de la brecha entre la pequeña y la gran empresa. “Asistimos a la polarización de conocimiento de la RSE en función de su tamaño”, dicen los autores. La misma evolución se muestra en el análisis de la percepción de su utilidad y el grado de escepticismo con respecto a su desarrollo futuro. “Esto es preocupante, ya que el desarrollo de la RSE estaría por debajo de su verdadero potencial. No olvidemos que las empresas de menos de 100 trabajadores representan el 99,6% del tejido empresarial español”, puntualizó Silos.
Según datos del estudio, “la importancia de la RSE seguirá creciendo, pero a tasas inferiores”. La pequeña empresa marca esa diferencia de consenso de un 84% de entidades que actualmente consideran que la importancia de la RSE será igual o mayor en los próximos años frente al 92% que así lo afirmaban en 2008.
Los efectos de la crisis en la RSE
Según el Informe Forética 2011, una de cada tres empresas españolas ha dejado de realizar actividades de RSE como consecuencia directa de la situación económica. Los autores del estudio ponen de relieve la fortaleza de la responsabilidad social “si se tiene en cuenta que desde la anterior edición del informe se han destruido 2,3 millones de puestos de trabajo y 130.000 empresas”. Nuevamente, el tamaño de las organizaciones es determinante: la tasa de abandono de actividades RSE de manera permanente (sin previsión de retomarlas), es mucho mayor en el caso de las pequeñas empresas –un 18%- frente a tan solo el 3% en el caso de las medianas y grandes.
Otro de los impactos del ciclo económico en el sentimiento empresarial hacia la RSE tiene su reflejo en las prioridades de las prácticas en las organizaciones. El objetivo de “crear empleo” escala posiciones desde 2008 y se sitúa en segundo lugar solo por detrás de “respetar los derechos humanos y la intimidad de sus trabajadores y proveedores”, en detrimento del respeto al medio ambiente.
Otro de los temas a los que da seguimiento el Informe Forética es a la integración estratégica y operativa de la RSE. En la actualidad, solo un 5% de las empresas españolas cuenta con una política de RSE formalizada por escrito y un 11% se encuentra en proceso de formalización. En términos de integración y desempeño, quien formula la estrategia de RSE en la empresa es la Dirección General, en un 44,5% de los casos, seguido del Consejo de Administración, con un 25,4%. A nivel operativo, se aprecia una consolidación de la figura específica del director de RSE – 45% de los casos-, que gana peso específico en las organizaciones, ya que en un 73,6% de los casos suele estar integrada en el Comité de Dirección.
La percepción del ciudadano
Por primera vez, el nivel de conocimiento de la RSE supera el umbral de la mitad de la población, siendo el 52,3% de los ciudadanos los que han oído hablar del concepto. La nitidez del término, por su parte, no experimenta cambios cuantitativos pero sí cualitativos. La crisis económica repercute en el sesgo mayoritariamente social que los ciudadanos valoran ahora de la RSE -65% de los atributos- y también gana peso la dimensión ambiental frente a los datos de anteriores ediciones.
En relación al análisis ciudadano de “la buena empresa”, los criterios directamente relacionados con la RSE experimentan un fuerte impulso con respecto a los de mercado (del 23 al 35%). Por vez primera, el atributo más valorado de las empresas por parte de los ciudadanos es la preocupación por los empleados, superando a los factores tradicionales de calidad-precio.
Además, de forma consecutiva y a pesar de la crisis, el sentimiento ciudadano sobre la preocupación empresarial por su entorno social y ambiental sigue mejorando y un 57% de la población observa una preocupación “mayor” o “mucho mayor” de las empresas por estos aspectos. En la clasificación por agentes sociales, sí que sufren significativamente el descenso de confianza ciudadana el Estado/Gobierno y los partidos políticos –caen un 17 y un 13% respectivamente en la valoración de su gestión ética-, mientras que el sector empresarial aumenta su valoración con respecto al Informe de 2008. La lista de agentes mejor valorados la siguen encabezando las ONG, seguidos por pymes, grandes empresas y medios de comunicación. Por sectores, la industria farmacéutica, la automoción, el transporte de viajeros, el gran consumo y la energía aprueban en gestión ética, mientras que la mayor recesión la sufre el sector financiero.
Consumo responsable
La crisis también ha afectado a las actitudes de compra, lo que ha convertido a la discriminación negativa –boicot y evitación de consumo por castigar a marcas “irresponsables”- en la principal manifestación de consumo responsable, que ha aumentado del 37 al 45% de los ciudadanos desde 2008.
En el plano de la discriminación positiva, se observa un cambio desde el premio (pagar más por un producto responsable: 16%) hacia la preferencia (optar por el más responsable en condiciones de igualdad de precio: 21%).
“El consumidor ante la crisis adopta una posición defensiva, pero no baja la guardia”, aseguró Silos. “Ante una menor renta disponible y peores perspectivas laborales, el ciudadano reduce de forma natural su discriminación positiva vía pago de un sobreprecio como premio por la RSE. Sin embargo, es significativo que no por temas coyunturales se deja de practicar el consumo responsable”, apuntó el autor, “sino que el descenso de la discriminación positiva se ve compensado por un repunte de la negativa (boicot y evitación de producto)”.
Una de las novedades del Informe 2011 es el Observatorio de Informes RSE, un apartado en el que Forética analiza el grueso de los informes periódicos que se publican en nuestro país en torno a la responsabilidad social para ofrecer una comparativa de fácil lectura y seguimiento sobre los principales temas y tendencias RSE. “Un esfuerzo”, según los autores, “para contribuir a la comunidad científica de la responsabilidad social que además demuestra la transparencia y el rigor desde el que Forética enfoca su investigación”.