La etiqueta energética de la UE proporciona información acerca de la eficiencia del rendimiento de un producto que utiliza energía y facilita la comparación entre aparatos domésticos. Los productos se clasifican en clases determinadas según su eficiencia energética, para facilitar su valoración y comparación. Estas clases van desde la A hasta la G, siendo los productos con la etiqueta A los que registran el menor consumo energético. Desde el 1 de septiembre de 2010 el término producto de "bajo consumo" únicamente puede utilizarse para los productos de la clase de bajo consumo A.
Pero además, el embalaje de los productos de bajo consumo debe ofrecer información muy simple sobre los niveles de potencia, el nivel de energía, el tono de luz, etc. con ayuda de pictogramas para mejor entendimineto del consumidor. La nueva directiva también establece nuevos requisitos mínimos de calidad para las lámparas.
Algunos de los conceptos que figuran en la etiqueta son los siguientes:
- Clasificación energética se refiere al consumo de electricidad, siendo bombillas de clase A las que menos consumen y de clase G las que más.
- La temperatura de color, expresada con la letra K, ya que se mide en grados Kelvin, indica si el tono de luz es blanco cálido (warm white ~2700K), blanco frío (Cool white ~4000K), etc.
- Los lúmenes indican la cantidad de luz que emite la bombilla en todas direcciones y se empiezan a utilizar en lugar de la potencia para homogeneizar las comparaciones, por ejemplo:
- una bombilla incandescente de 60W tiene 710 lúmenes (lm)
- una bombilla de bajo consumo con 850 lm sólo consume 15W
- una de led, con 806 lm sólo consume 12W.
De esta manera, comparamos la cantidad de luz que da la bombilla, y en función de la tecnología de la misma, a igual cantidad de lúmenes, el consumo varía considerablemente.
Francisco Carlavilla, Retail Manager de Osram explica que “antes de comprar no sólo hay que valorar la duración de la bombilla, que viene expresada en horas, sino que debe tenerse en cuenta si la bombilla puede funcionar, o no, con regulador de intensidad y el número de encendidos que puede alcanzar la bombilla, lo que influirá a la hora de decidir si instalarla en una estancia donde la luz permanezca encendida durante un tiempo prolongado, o si por el contrario, va destinada a un lugar donde se encienda y apague con frecuencia, como pueda ser un cuarto de baño o un pasillo. Según el entorno en el que vayamos a instalar la bombilla; por ejemplo jardines o lugares muy fríos, debemos comprobar en el embalaje la temperatura de exposición para asegurarnos de su rendimiento y también el índice de reproducción cromática (Ra) que nos informa sobre la capacidad para reproducir los colores con un valor máximo de 100, siendo recomendable en el hogar un Ra ≥80. Además, cuando se reemplace una bombilla estropeada por otra nueva, debe desecharse en el punto limpio la vieja bombilla cuando se trate de una fluorescente o LED”.