Eurostat, la oficina estadística europea, ha hecho públicos los últimos datos disponibles relativos a la gestión de residuos urbanos en el entorno europeo durante el año 2011, acreditando a través de los mismos el incremento global de la valorización energética en 1 punto, pasando de una media del 22 por ciento al 23 por ciento, circunstancia que ha permitido bajar el vertido en el mismo porcentaje (del 38 al 37 por ciento). Por su parte, el reciclaje y el compostaje continúan en los mismos niveles del 2010, es decir, en el 25 y 15 por ciento respectivamente.
La incineración con recuperación de energía sube de forma considerable en países punteros como Noruega, del 41 al 57 por ciento (16 puntos), en Bélgica y Austria, del 37 al 42 por ciento en el primer caso, y del 30 al 35 por ciento en el segundo (5 puntos), así como en Suecia, del 49 al 51 por ciento (2 puntos).
El incremento también es significativo en Luxemburgo y Finlandia, con 3 puntos en cada supuesto (del 35 al 38 por ciento, y del 22 al 25 por ciento), y también en Italia y Portugal, con 2 puntos (del 15 al 17 por ciento y del 19 al 21 por ciento).
Estas cifras vienen a corroborar que los países más avanzados y comprometidos con el medio ambiente siguen apostando por la valorización energética como el tratamiento más recomendable para la parte no reciclable de los desechos; una estrategia que les ha permitido llegar a niveles de vertido meramente testimoniales (entre el 1 y el 3 por ciento), contando al mismo tiempo con elevados porcentajes de reciclado (entre el 28 y el 36 por ciento).
La situación de España no ha variado respecto al 2010, manteniendo los bajos niveles de incineración (9 por ciento) y reciclaje (15 por ciento) y también las altas cuotas de vertido, perpetuadas en el 58 por ciento, una tasa contraria a las actuales políticas de gestión de residuos, que relegan el vertedero a último lugar por su notable impacto sobre el medio ambiente y la salud de las personas.
Por su parte, la tendencia a la baja del compostaje se evidencia claramente en el caso de Bélgica, Austria, Noruega y Dinamarca, con una disminución que llega incluso hasta los 7 puntos en este último caso.
Y es que las cifras recogidas por Eurostat no hacen más que reflejar el empeño de Europa por cumplir a rajatabla la legislación vigente en la materia y, más concretamente, la Directiva 2008/98/CE, a través de la cual se establece una gestión jerarquizada de la basura en la que se prioriza la prevención y la reducción, teniendo continuidad con la reutilización, la recuperación (material y/o energética) y el vertido. Esto significa que, tras la rigurosa aplicación del principio de las 3 R, los Estados deben aprovechar la energía contenida en sus desechos, evitando que ésta acabe desperdiciada en vertederos.
Más valorización = Menos vertido
Sogama (Sociedad Gallega de Medioambiente) toma como referencia la normativa más exigente, respondiendo con contundencia a los requisitos contemplados en la misma. Porque en su empeño está el recuperar energéticamente la mayor cantidad posible de basura no reciclable, evitando su depósito en vertedero. Tanto es así, que el pasado año incluso logró superar la capacidad nominal máxima de valorización del complejo medioambiental de Cerceda, establecida en 550.000 toneladas, consiguiendo procesar en el mismo 554.317 toneladas, un 2,32 por ciento más que en el 2011, circunstancia que hizo posible rebajar los niveles de vertido en un 18,17 por ciento. Y si la comparativa la efectuamos con respecto a 2008, estaríamos hablando de un 15 por ciento más de desechos tratados en el complejo y un 38,29 por ciento menos depositados en vertedero.
Y ese es el punto de referencia que marca la hoja de ruta a seguir por el plan gallego de gestión de residuos urbanos para el período 2010-2020, constituyendo uno de los objetivos del mismo disminuir la utilización del vertedero, bajando del 53 por ciento actual al 24 por ciento, además de reducir la producción de basura en un 10 por ciento y triplicar los porcentajes de reciclado, pasando del 10 por ciento actual al 30 por ciento.
El reto reside precisamente en destinar a vertido, única y exclusivamente, aquella parte de los desperdicios que no pueden ser reutilizados ni reciclados, pero tampoco valorizados material ni energéticamente, por lo que el máximo aprovechamiento con el menor coste constituye la máxima a seguir.
Plantas incineradoras con recuperación energía: tratamiento finalista con menos impacto
Las plantas de incineración con recuperación de energía constituyen, en el entorno industrial, las infraestructuras más vigiladas en sus aspectos medioambientales. Multitud de estudios e investigadores de diferentes organismos, entre ellos la OMS (Organización Mundial de la Salud), quien definió en su momento la valorización energética como “un método higiénico para reducir el peso y el volumen de los residuos que también reduce su potencial contaminante”, avalan la plena seguridad de estas instalaciones.
Y como ejemplo decir que, en términos globales, las emisiones de dioxinas y furanos suponen, conforme a los inventarios nacionales, el 0,07 por ciento del total de estas sustancias. En el caso de Sogama, su nivel de emisiones representa la décima parte del límite legal. Las altas temperaturas de combustión, superiores a los 850ºC, complementadas con potentes sistemas de depuración de gases, hacen posible que todos los parámetros se sitúen en valores muy inferiores a los permitidos, propiciando una operativa absolutamente respetuosa con el medio ambiente.