Las ciudades españolas consumen el 40% de la energía final del país, y provocan el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), además de los problemas en la calidad del aire que se generan. La mayoría de las ciudades españolas se ha comprometido, mediante el Pacto de los Alcaldes, a reducir sus emisiones GEI un 40% para el año 2030 y a conseguir ciudades descarbonizadas en el 2050. Pero no se podrán alcanzar los objetivos de sostenibilidad energética tal y como se está dando la evolución de las emisiones que generan las ciudades y con las medidas que están actualmente en marcha. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado Monitor Deloitte tras su estudio en colaboración con Endesa, titulado ‘Ciudades energéticamente sostenibles: la transición energética urbana a 2030’, en el que se destaca el papel clave que las ciudades desempeñan en la transición energética. El informe que han desarrollado aporta un conjunto de medidas cuya puesta en marcha consideran imprescindible para que ésta se produzca.
El estudio evalúa cómo las ciudades consumen energía y cómo la emiten, cuáles son las actuaciones de sostenibilidad energética y las barreras más relevantes para su desarrollo, el coste necesario de impulsar esta sostenibilidad energética en las ciudades, y define qué medidas deben tomarse. Además propone un índice de sostenibilidad energética urbana, que trata de medir el grado de sostenibilidad energética de las ciudades en 4 pilares: el apoyo de las Administraciones Públicas, la eficiencia en el consumo de energía, el impacto del consumo de energía en la ciudad y que la energía sea renovable, accesible y asequible a los ciudadanos.
Para conseguir la reducción de emisiones, se ha identificado un conjunto de actuaciones para cada sector: transporte, edificación y servicios municipales. El estudio destaca que entre un 60% y un 75% de la reducción de las emisiones GEI dependerá de cambios o sustituciones en equipos y vehículos, y que entre el 20% y el 30% dependerá de cambios en los hábitos de los usuarios. El informe señala que serían necesarias nuevas políticas municipales, regionales y nacionales que incentiven los cambios necesarios para que se puedan llevar a cabo.
Enfoque en el sector residencial
Deloitte ha realizado el análisis de los consumos energéticos y las emisiones GEI de las ciudades españolas a través de una selección de siete ciudades representativas de diferente climatología: A Coruña, Barcelona, Málaga, Madrid, Sevilla, Vitoria y Zaragoza.
En el sector residencial se ha analizado la mejora del uso de la energía (por ejemplo, sistemas de control de calefacción), el cambio a equipos térmicos eficientes (por ejemplo, el cambio a bombas de calor o la sustitución anticipada de calderas térmicas por calderas de condensación de gas natural), la rehabilitación de edificios, la renovación de electrodomésticos a equipos más eficientes (A+++) y el desarrollo de autoconsumo.
En las ciudades, el sector residencial es responsable de aproximadamente el 30% de las emisiones directas y de más del 80% de las emisiones indirectas. El desglose del consumo en las ciudades muestra que el clima es el factor más relevante a la hora de explicar el consumo energético y las emisiones del sector residencial.
La mejora de la sostenibilidad energética en el sector residencial se enfrenta a una serie de dificultades: un parque de edificios heterogéneo, técnicas constructivas que no han respondido a criterios de eficiencia energética, dificultad en las renovaciones por las altas inversiones necesarias o las disrupciones que suponen en el día a día de las personas que las habitan.
Rehabilitación: ahorro energético y barreras
Los cuatro tipos más importantes de rehabilitaciones energéticas que pueden realizarse en un edificio residencial son el cambio de ventanas, la rehabilitación de fachadas, rehabilitación de cubiertas, o una rehabilitación integral.
El ahorro en consumo de calefacción por cambio de ventanas depende de la tipología de ventana original y se sitúa entre un 10% y un 25%. Esta actuación es el tipo de rehabilitación que presenta menores barreras, ya que tiende a realizarse con más frecuencia que otros elementos, presenta mayor facilidad de ejecución y menor coste de inversión, y requiere de un menor nivel de consenso entre los propietarios del edificio.
La rehabilitación de fachadas consiste en incluir una capa de material aislante (externa, interna o en la cámara de aire) para incrementar el aislamiento térmico. La actuación concreta a realizar y la reducción potencial de consumo dependen de la antigüedad de la vivienda y de las características constructivas del edificio. La rehabilitación de fachadas tiene un potencial de ahorro del consumo de calefacción en viviendas anteriores a 1980 del 30-50%. Este tipo de rehabilitaciones, pese a tener un mayor potencial de ahorro de consumo, presenta mayores barreras que otro tipo de rehabilitaciones, debido a su mayor coste de inversión inicial, su mayor periodo de recuperación de la inversión y a la necesidad de tener el acuerdo de la comunidad de vecinos.
Por su parte, la rehabilitación de cubiertas consiste en añadir aislante en la cubierta del edificio para reducir las pérdidas térmicas. De manera similar a las fachadas, en función de la cubierta original la actuación es distinta, y el ahorro de consumo varía entre el 5 y el 15% para viviendas anteriores a 1980. Al tratarse de una actuación realizada en el tejado de los edificios, tiene un impacto muy heterogéneo en las viviendas en función de la altura de la vivienda, siendo inexistente en las plantas alejadas de los pisos superiores. Es una actuación con elevadas barreras a su desarrollo. Actualmente gran parte de las cubiertas son rehabilitadas en periodos inferiores, para eliminar filtraciones de agua, y una gran mayoría de ocasiones no consideran criterios de ahorro energético. Resulta factible realizar la rehabilitación de cubiertas para mejorar el aislamiento térmico a la vez que se realizan dichas intervenciones.
La rehabilitación integral incluye todas las actuaciones anteriores. Por consiguiente, es la rehabilitación con más ahorro de consumo y emisiones, de hasta un 60-70% en viviendas anteriores al 1980, pero también la que presenta mayores barreras y con una inversión más elevada, 20.000-40.000 euros por hogar.
El estudio sugiere que para maximizar el impacto y reducir las barreras de las rehabilitaciones, deberían realizarse coincidiendo actuaciones municipales de mayor calado, como planes de mejoras del entorno urbano de barrios, de modo que para el propietario suponga una revalorización adicional del valor de su vivienda.
La penetración estimada de rehabilitaciones en ciudades con clima frío, sería del 10-20% de hogares para el año 2030. De estas rehabilitaciones, el 75% de las mismas deberían ser rehabilitaciones de ventanas debido a su mayor atractivo económico y las menores barreras a su ejecución. En ciudades con clima templado, el desarrollo de las rehabilitaciones sería inferior, debido al menor ahorro obtenido en dichos climas, llegando al 5-10% de los hogares rehabilitados para 2030. El porcentaje de estas rehabilitaciones que serían cambios de ventanas resultaría similar al de las ciudades con clima frío.
En el sector servicios, las actuaciones de sostenibilidad energética presentan, en términos generales, menores barreras para su desarrollo que en el sector residencial.
Medidas propuestas por el estudio
El informe revela que es prioritario introducir criterios de sostenibilidad energética en cualquier actuación en edificios residenciales y de servicios desde «hoy mismo», ya que estos seguirán existiendo más allá del año 2050.
El estudio propone un conjunto de actuaciones en los sectores evaluados y estima que requerirán una inversión adicional de entre 1.000 y 4.000 euros por ciudadano hasta 2030, en función de la tipología de ciudad, dependiendo del tamaño y del clima.
Entre las cuatro vías que propone Monitor Deloitte como recomendaciones para la sostenibilidad energética urbana, se encuentra el desarrollo de actuaciones que incrementen la eficiencia energética y las fuentes limpias en la edificación. Esto implica definir planes de actuación en edificación a nivel municipal para la reducción de consumo, emisiones y calidad del aire, e implantar un objetivo de que el 100% de los edificios posea certificados energéticos en 2030. Estos certificados energéticos deberían modificarse para incluir una identificación de las actuaciones de sostenibilidad energética a desarrollar en el edificio.
También se recomienda promover que las rehabilitaciones en edificios incorporen criterios de sostenibilidad energética, es decir, aprovechar la rehabilitación natural (necesaria al final de su vida útil) para incluir actuaciones de eficiencia energética, y complementar el Código Técnico de la Edificación para edificios nuevos con el fin de que se establezcan límites restrictivos de consumo energético, según la zona climática, que hagan necesaria la implantación de soluciones altamente eficientes y de emisiones directas nulas (actuación a nivel estatal).