Los ladrillos rojos podrían convertirse en unidades de almacenamiento de energía que, como una batería, se podrían cargar para almacenar electricidad. Esta es la conclusión a la que ha llegado el equipo de investigadores de un estudio realizado en la Universidad de Washington en San Luis (EE.UU.).
Los químicos de la Universidad de Washington han desarrollado un método para fabricar o modificar ‘ladrillos inteligentes’ que pueden almacenar energía para alimentar dispositivos. El concepto sometido a prueba y publicado en Nature Communications, muestra un ladrillo que enciende directamente una luz LED verde.
«Nuestro método funciona con ladrillos normales o reciclados, y también podemos hacer nuestros propios ladrillos», indica Julio D’Arcy, profesor asistente de Química. «De hecho, el trabajo que hemos publicado en Nature Communications proviene de ladrillos que compramos en Home Depot aquí mismo en Brentwood (Missouri); cada ladrillo costaba 65 centavos».
Si bien algunos arquitectos y diseñadores han reconocido la capacidad del ladrillo para absorber y almacenar la energía solar, esta es la primera vez que alguien ha intentado usar ladrillos como algo más que masa térmica para calentar y enfriar.
Cómo convertir ladrillos rojos en almacenamiento de energía
D’Arcy y su equipo de investigadores han mostrado cómo convertir ladrillos rojos en un tipo de dispositivo de almacenamiento de energía llamado supercondensador. «En este trabajo hemos desarrollado un recubrimiento del polímero conductor PEDOT, que está compuesto por nanofibras que penetran la red porosa interna de un ladrillo; un recubrimiento de polímero permanece atrapado en el ladrillo y sirve como una esponja de iones que almacena y conduce la electricidad», explica D’Arcy.
El pigmento rojo en los ladrillos (óxido de hierro) es esencial para desencadenar la reacción de polimerización. Los cálculos de los autores sugieren que las paredes hechas con estos ladrillos podrían almacenar una cantidad sustancial de energía.
«Descubrimos que si se trata el óxido químicamente, en realidad se vuelve reactivo», explica D’Arcy. «Entonces, algo que normalmente pensamos como desperdicio resulta ser un químico útil para producir materiales que se pueden usar para almacenar energía».
D’Arcy señala que lo que han demostrado con el estudio es que la energía almacenada es suficiente para encender una luz de emergencia de un pasillo o sensores que podrían estar incrustados dentro de las paredes de una casa. El siguiente paso es tratar de almacenar más energía, para poder alimentar dispositivos más grandes, como tal vez un ordenador portátil, directamente desde las paredes de la vivienda explican los investigadores.