La Diputación de Málaga y la Junta de Andalucía han firmado un protocolo de colaboración por el que ambas administraciones se comprometen a cooperar en la elaboración de los planes de cambio climático de todos los municipios de la provincia.
El acuerdo fue firmado la pasada semana por el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado, y la consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Carmen Crespo, quien destacó que la institución provincial lleva años luchando contra la amenaza medioambiental a través de numerosos proyectos e iniciativas puestos en marcha.
Iniciativas medioambientales de las instituciones
La Junta de Andalucía tiene establecidos 10 ejes para la Revolución verde en Andalucía, entre los que se encuentra la lucha contra el cambio climático, objetivo al que contribuyen los ayuntamientos a través de los planes municipales.
Entre otras actuaciones llevadas a cabo por la Junta de Andalucía, ya se encuentra completa la tramitación del desarrollo normativo de la Ley de Cambio Climático, y está en trámite el establecimiento de una Comisión Interdepartamental. Igualmente, se encuentra en funcionamiento una Oficina Andaluza de Cambio Climático. A estas acciones completadas se suma la creación del Consejo Andaluz por el Clima y la aprobación del Plan Andaluz de Acción por el clima, que estarán operativas próximamente.
Por su parte, la Diputación de Málaga fomenta la reforestación con la plantación masiva de árboles y la educación ambiental con asociaciones, vecinos y colegios, y han realizado diversos estudios sobre la huella de carbono en diferentes municipios y su reducción, el uso de las energías renovables, y también están promoviendo un programa de electrolineras para vehículos eléctricos en los municipios.
Protocolo de colaboración para los planes locales de cambio climático
El acuerdo firmado entre la Junta de Andalucía y la Diputación de Málaga establece las bases para articular el apoyo de estas instituciones a los municipios de la provincia para la elaboración de las bases de datos, la difusión y la creación de cultura climática y energética en el ámbito rural. Asimismo, también contempla la puesta en marcha de actividades de comunicación, formación y asesoramiento a las empresas para fomentar su participación en los planes y para descubrir nuevas posibilidades de desarrollo.
Entre los objetivos principales de los planes locales de cambio climático se encuentra el de fijar las estrategias que se pueden poner en marcha en cada territorio para mitigar emisiones a través del fomento de energías renovables, la mejora de la eficiencia energética, la implantación de una movilidad sostenible, la rehabilitación energética de edificios o todas aquellas medidas encaminadas a reducir el riesgo de los impactos del cambio climático y sus efectos como olas de calor o inundaciones.
Estas planificaciones municipales se basan, principalmente, en el análisis y evaluación de las emisiones de gases de efecto invernadero del municipio y en la identificación y caracterización de los elementos vulnerables y las oportunidades de mejora. Además contemplan también los impactos del cambio climático en cada localidad y apuntan las medidas más adecuadas para hacer frente a la situación actual. Gracias al cálculo de la huella de carbono, los ayuntamientos pueden medir, por ejemplo, cuánto contaminan los coches de sus vecinos, cuánto emiten sus edificios municipales o servicios públicos y actuar en consecuencia a través de diversas actuaciones como optimizar rutas de circulación o mejorar la movilidad.