Con el objetivo de transformar la actividad del sector cementero y apostar por la sostenibilidad ambiental, la digitalización, la integración en cadenas globales y la construcción sostenible e industrializada, la Junta de Andalucía está trabajando en la elaboración de un ‘Plan de Cadena de Valor Crece Industria del Sector Cementero’. Se trata de un instrumento para realizar un diagnóstico del sector y recoger una hoja de ruta con propuestas de actuación para su desarrollo a corto y medio plazo.
Este plan se realizará en colaboración con los agentes económicos y sociales más representativos, entre los que destacan la Agrupación de Fabricantes de Cemento Artificial de Andalucía (AFCA) y con los agentes económicos y sociales CCOO, UGT y CEA, con quienes la Junta de Andalucía conformará un grupo de trabajo encargado de su diseño y seguimiento.
Elaboración del plan para el sector cementero
La medida forma parte del Plan de Acción Crece Industria 2021-2022, aprobado el pasado ejercicio, que tiene como objetivo diferenciar a Andalucía como una región industrial y fomentar su convergencia con la media nacional en esta actividad. Para ello abarca 32 cadenas de valor de bienes y servicios industriales, que involucran a los principales ámbitos de desarrollo industrial en la región. Entre esas cadenas, la del cemento es una de las prioritarias junto con la del mármol y la piedra natural.
Para elaborar el plan sobre el sector cementero se recogerá información cuantitativa y cualitativa, con el fin de conocer la situación actual y detectar sus problemas, necesidades y retos, teniendo en cuenta las tendencias nacionales e internacionales y desde un punto de vista social, económico y medioambiental. Este análisis se llevará a cabo sobre cada uno de los eslabones incluidos en la cadena de valor, prestando especial atención a cómo aprovechar los recursos andaluces y cómo se deben reforzar o completar. El objetivo es que pueda estar culminado en el primer cuatrimestre del año.
Cuatro grandes fines
El paquete de medidas responderá a cuatro grandes fines: sostenibilidad ambiental, digitalización, construcción sostenible e industrializada y responsabilidad social. En materia de sostenibilidad ambiental, los tres ámbitos sobre los que se actuará serán la neutralidad climática, la economía circular y el fomento de la biodiversidad. Se buscará la neutralidad en las emisiones de CO2 en 2050 y el desarrollo de soluciones integrales de reutilización de residuos, unos objetivos que abarcan a toda la cadena de valor del cemento, desde el proceso de fabricación del clínker, el cemento y el hormigón hasta los procesos de su aplicación en la construcción, así como a lo largo de su vida útil.
En lo relativo a la transformación digital, se persigue impulsar la conexión de los procesos mejorando la productividad y competitividad de todos los actores. Para ello será necesario el procesamiento de datos en masa, la capacidad de conexión en tiempo real, la producción personalizada bajo demanda y un referencial de fábricas inteligentes. Además del uso de tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial y la robótica, entre otras.
En cuanto a la construcción sostenible e industrializada, se incide en el fomento de las aplicaciones del hormigón al servicio de la mejor eficiencia térmica de los edificios, la mejora del entorno urbano, la calidad y la seguridad de la construcción, su mayor reutilización, así como la medición de su sostenibilidad. El plan plantea, en el área de responsabilidad social, una integración real de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en las actividades de las empresas del sector.
Sector cementero andaluz
La industria del cemento en Andalucía emplea a 542 personas de forma directa y a más de 1.500 personas de forma indirecta, si bien los sectores asociados, como el del hormigón o los prefabricados de hormigón, emplean en su conjunto en la comunidad a más de 4.000 personas.
Esta actividad tiene un importante impacto en la generación de empleo local y de calidad, dado que el 95% del trabajo creado es indefinido y el 60% de las fábricas de la región se ubican en localidades de menos de 75.000 habitantes. Por tanto, este sector aporta a las zonas de baja densidad de población una fuente estable y duradera de empleo, contribuyendo a resolver un desafío socioeconómico y demográfico complejo.