Un informe del JRC identifica las medidas para ayudar a las ciudades de la UE a gestionar el calor extremo

El calor extremo es cada vez más peligroso en las ciudades, donde provoca el efecto de isla de calor urbana. Este efecto hace que las temperaturas locales sean más altas y que las zonas urbanas se vuelvan más cálidas que las regiones suburbanas y las zonas rurales circundantes. El Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea ha publicado un informe que ofrece las mejores estrategias, prácticas y herramientas políticas para ayudar a las autoridades locales de las ciudades de la UE a gestionar el calor extremo.

El informe del JRC identifica las medidas que las autoridades locales de las ciudades de la UE pueden adoptar para gestionar el calor extremo.

Las olas de calor son períodos prolongados de temperaturas extremadamente altas que pueden provocar un sobrecalentamiento urbano y la formación de islas de calor urbanas (ICU). Este efecto ICU altera la superficie de las ciudades, volviéndolas significativamente más cálidas que las áreas suburbanas y rurales circundantes (en promedio, entre 4 y 6 grados más cálidas, y con picos de hasta 10 grados más que las áreas próximas).

Las consecuencias del calor extremo no solo son incómodas, sino también peligrosas. Además de las altas temperaturas que pueden causar deshidratación, insolación y otros efectos físicos a corto plazo, los efectos del calor extremo también retienen la contaminación, que reduce la calidad del aire y genera riesgos para la salud a largo plazo.

Medidas de mitigación y adaptación al calor extremo

El ‘Informe de políticas: ciudades de la UE y extremos de calor‘ del JRC alienta a los responsables de las políticas a combinar medidas de mitigación y adaptación al calor extremo, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentando al mismo tiempo la resiliencia a los extremos de calor. Muchas de estas medidas las están adoptando las ciudades como parte del Pacto Mundial de Alcaldes por el Clima y la Energía.

Las islas de calor urbanas alteran la superficie de las ciudades, volviéndolas significativamente más cálidas que las áreas suburbanas y rurales circundantes (en promedio, entre 4 y 6 grados más cálidas).

El JRC identifica las mejores formas de ayudar a informar a las autoridades locales sobre los pasos que pueden tomar para abordar el calor urbano. Por ejemplo, integrar y mejorar la infraestructura verde, como promover muros y tejados verdes y aumentar el número de árboles y superficies con vegetación.

Otra de las medidas para abordar el calor urbano es introducir elementos hídricos y agua corriente en espacios públicos, y dotar de agua potable a la población, además de hacer más eficiente el uso del agua. Además, la rehabilitación y rehabilitación de edificios con aislamientos y persianas, así como utilización de materiales reflectantes, como pintura blanca, en calles y edificios ayuda a combatir el calor extremo.

Para aumentar la resiliencia de las ciudades a los extremos de calor es importante también fomentar la agricultura urbana y proporcionar medidas de atención sanitaria oportunas, por ejemplo, sistemas de alerta para orientar a la población durante episodios de calor extremo o mostrar la ubicación de refugios y puntos de agua potable. Entre los ejemplos inspiradores de mejores prácticas se incluyen una red de escuelas piloto en Barcelona transformadas en refugios refrigerados, abiertos al público durante las olas de calor, y la adopción de soluciones basadas en la naturaleza en Turín.

Para que las políticas y acciones locales sean eficaces es necesario comprender mejor las variaciones de temperatura y su distribución urbana. Cada ciudad es única y los planes de adaptación urbana deben tener en cuenta su propio espacio y geografía para abordar de manera eficaz las zonas de alta exposición y los barrios vulnerables.

 
 
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