La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) y el Centro Común de Investigación (CCI) de la Comisión Europea han publicado el Atlas Mundial de la Sequía. A través de decenas de mapas, infografías y estudios de caso, el documento ilustra cómo los riesgos de sequía están interconectados en sectores como la energía, la agricultura, el transporte fluvial y el comercio internacional y cómo pueden desencadenar efectos en cascada, alimentando las desigualdades y los conflictos y amenazando la salud pública.
La publicación, que describe la naturaleza sistémica de los riesgos de sequía en un lenguaje accesible, está coproducido con la Fundación de Investigación Cima (Italia), la Universidad Libre de Ámsterdam (Países Bajos) y el Instituto Universitario de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Seguridad Humana (Alemania).
Se prevé que las sequías afecten a tres de cada cuatro personas en todo el mundo en 2050. Sin embargo, muchos países y sectores aún no se están preparando para ellas mediante acciones, políticas, inversiones e incentivos adecuados. El Atlas destaca la necesidad de contar con planes nacionales contra la sequía y de cooperación internacional para mantener a flote a las comunidades, las economías y los ecosistemas ante fenómenos más severos. Además, ofrece orientación para la gestión proactiva y prospectiva de la sequía y la adaptación en todos los sectores y niveles de gobernanza.
Impactos de las sequías provocadas por el hombre
El Atlas Mundial de la Sequía explica cómo el empeoramiento de los riesgos de sequía está vinculado a las actividades humanas y profundiza en los impactos de la sequía en cinco áreas clave: suministro de agua, agricultura, energía hidroeléctrica, navegación interior y ecosistemas.
En primer lugar, las sequías pueden reducir la generación de energía hidroeléctrica, lo que lleva a precios más altos de la energía o cortes de energía, y pueden perturbar el comercio internacional debido a los bajos niveles de agua que dificultan el transporte por vías navegables interiores, como ha ocurrido en el caso del Canal de Panamá.
En cuanto a la naturaleza, el Atlas señala que, si bien las sequías representan una amenaza para los ecosistemas, una mayor biodiversidad puede mitigar sus impactos, lo que significa que promover la biodiversidad es importante para desarrollar resiliencia a la sequía y viceversa. El nexo entre alimentos, tierra y agua es otro de los principales focos del Atlas, ya que la agricultura representa alrededor del 70% del uso de agua dulce a nivel mundial y también se ve gravemente afectada por la sequía.
La publicación también muestra cómo los riesgos de sequía están interconectados y por qué sus efectos se extienden a distintos sectores. Por ejemplo, los países que dependen de la energía hidroeléctrica para generar electricidad pueden sufrir cortes de energía durante las sequías. Si esto sucede durante una ola de calor, puede provocar hospitalizaciones y muertes, ya que las personas no pueden usar ventiladores o aire acondicionado para enfriar sus hogares.
Estudios de caso en todo el mundo
El documento presenta 21 estudios de caso de todo el mundo, subrayando que ningún país, independientemente de su tamaño, PIB o latitud, es inmune a la sequía y todos pueden prepararse mejor para ella.
Por ejemplo, la publicación destaca los impactos y las lecciones aprendidas de las recientes sequías en las Grandes Llanuras de los Estados Unidos, en la ciudad de Barcelona y en la cuenca del río Yangtze en China, y explora los impactos de la sequía en el Corredor Seco Centroamericano, el subcontinente indio y el Cuerno de África. Otros estudios de caso destacan las necesidades, los recursos y las perspectivas particulares de las comunidades indígenas a la hora de prepararse para la sequía.
Medidas para reducir los riesgos sistémicos de la sequía
El Atlas describe medidas y vías concretas para gestionar, reducir y adaptarse a los riesgos sistémicos de sequía; destaca los beneficios colaterales de estas acciones para diferentes sectores y muestra las mejores prácticas de diferentes regiones.
Las medidas destacadas en el Atlas se dividen en tres categorías: gobernanza (por ejemplo, sistemas de alerta temprana, microseguros para pequeños agricultores y esquemas de precios para el uso del agua); gestión del uso de la tierra (por ejemplo, restauración de tierras y agroforestería); y gestión del suministro y uso del agua (por ejemplo, reutilización de aguas residuales, recarga gestionada de aguas subterráneas y conservación).